Jesús Melero se levanta cada día muy temprano. Cuando sale de casa es casi siempre de noche. Lo primero que hace es poner a punto la paridera y a las ovejas, da igual que sea invierno o verano, que llueva, nieve o que haga calor. Eso sí, el almuerzo no lo perdona.
Y es que hay que coger fuerza para las largas jornadas, en las que combina la agricultura con la ganadería. «Ahora que no hace buen tiempo, después de almorzar cojo el tractor, ya que siempre hay algo que hacer, labrar, segar alfalfa, empacar… Y después de comer ya pues paso toda la tarde en el campo con las ovejas».
Sin embargo, en el verano invierte el orden a sus tareas diarias. «En verano suelto a las ovejas más pronto y a las 12:00 o las 13:00 estoy en casa a comer. Después ya me voy a regar o a hacer cualquier otra cosa, aunque si tengo poca faena pastoreo mañana y tarde».
Jesús vive en Alcalá de Moncayo, pequeño pueblo de unos 170 habitantes situado a los pies del monte que le da nombre: el Moncayo.
Una montaña de 2.314 metros llena de leyendas. Dicen quienes se han atrevido a recorrer los pasillos del Sanatorio de Agramonte, en el término de Tarazona, que se oyen ruidos extraños, psicofonías e incluso apariciones espectrales. Iker Jiménez lo contó en su programa de Cuatro Cuarto Milenio.
Alcalá de Moncayo con el Moncayo nevado al fondo
Cerca de Alcalá de Moncayo está Trasmoz, es considerado el único pueblo excomulgado y encantado de España. De Trasmoz habla en sus leyendas Gustavo Adolfo Bécquer que, junto a su hermano pasó una temporada en el Monasterio de Veruela. Contaba el mismo Gustavo que algunas de las leyendas son basadas en historias que le contaban los pastores de la zona:
(…) Cuando por lo alto de la más empinada ladera y a través de los alternados murmullos del viento que agitaba las hojas de los árboles, comenzó a percibirse, cada vez más cerca, el sonido de una esquililla semejante a la del guión de un rebaño.
En efecto, era así, pues a poco de haberse oído la esquililla empezaron a saltar por entre las apiñadas matas de cantueso y tomillo, y a descender a la orilla opuesta del riachuelo, hasta unos cien corderos blancos como la nieve, detrás de los cuales, con su caperuza calada para libertarse la cabeza de los perpendiculares rayos del sol, y su atillo al hombro en la punta de un palo, apareció el zagal que los conducía (…).
Fragmento de la leyenda La Corza Blanca, escrita por Gustavo Adolfo Bécker durante su estancia en el Monasterio de Veruela
A los pies del Moncayo, en los alrededores de su pueblo es donde más pastorea Jesús. «Las ovejas las saco mayoritariamente por Alcalá de Moncayo y dos pueblos que están al lado, que son Ambel y Añón de Moncayo, pero la mayoría del tiempo en Alcalá».
En cuanto a su alimentación cuando están en el campo: «comen en verano rastrojo y alfalfa, en invierno monte, maíz y paja, porque el monte aquí no es muy bueno. Y en primavera igual, rastrojos que no han labrado… Aunque lo que más comen es alfalfa, ya que la cultivo yo».
Jesús, que es ganadero desde hace más de 30 años, se ha decantado porque sus más de 600 ovejas sean de la raza Rasa Aragonesa: «La tengo porque es muy rústica y se adapta muy bien a terrenos complicados como este, y dentro de la rusticidad es la que más rendimiento saca. Mi abuelo y mi padre, que ya tenían ovejas, las tenían cruzadas, y yo al principio también, pero me he dado cuenta de que esta es la mejor opción».
Jesús está muy involucrado en la mejora genética de la raza Rasa Aragonesa, lo que le ha servido para ganar uno de los premios que reconocen a los ganaderos con los rebaños más productivos en la pasada edición de Femoga, la feria industrial agrícola y ganadera de los Monegros que se celebra cada año en Sariñena.
En la pasada edición de Femoga, se entregaron los X Premios a la viabilidad de las ganaderías de ovino, organizados por Oviaragón y UPRA – Grupo Pastores. Estos galardones llevan por lema “Porque podemos mejorar” y pretenden poner en valor los buenos resultados que obtienen muchos de nuestros socios en sus ganaderías y animar a mejorar a los demás ganaderos.
Premiados en Femoga 2019
Fueron cinco los Premios a la Viabilidad de las ganaderías de ovino. Además del premio a Jesús Melero, se entregaron otros reconocimentos a Andrés Sarasa, de Biniés (Huesca), Samuel Ara de Bádenas (Teruel), Javier Ascaso de Binacua (Huesca) y Miguel Ángel Ballabriga de Montesa (Huesca).
Estos premios otorgados a las ganaderías son un reconocimiento al trabajo de selección y mejora genética de UPRA-Grupo Pastores en el que colaboran ganaderías de siete provincias españolas de cuatro Comunidades autónomas.
Está demostrado que el adecuado tratamiento de las razas es uno de los factores principales en el incremento de la rentabilidad de los ganaderos de ovino, algo que para esta cooperativa es el eje principal.
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